Cuando pregunto a las empresas familiares si tienen un plan estratégico de comunicación, la mayoría de las veces la respuesta es negativa, sienten que “no lo han necesitado hasta ahora”.
Muchas de estas empresas, fundadas hace dos o tres generaciones, algunas incluso hace un poco más, han ido creciendo y desarrollándose en torno a una adecuada estrategia económico financiera y de gestión del patrimonio, sin ponerle demasiada atención a otras patas también esenciales para el desarrollo de la estrategia de negocio, como son la comunicación (interna y externa, es decir, el management) y la gestión de capital humano.
Lo que ocurre es que los tiempos han cambiado y se están dando cuenta que, si no hacen algo, pueden empezar a quedarse a atrás y ver cómo lo que ha construido, con tanto esfuerzo, empieza a perder solidez.
Y es que, tanto de la Comunicación como la adecuada gestión de personas, activo principal en las empresas, depende, cada vez más, el éxito que a futuro se logre.
Estaréis de acuerdo conmigo que es importante definir bien los itinerarios de cada decisión y que todas las decisiones tienen que estar alineadas unas con otras, para que se pueda ir construyendo un camino que nos lleve donde queremos.
Esto significa definir y planificar.
Un plan de comunicación recoge, precisamente, todo esto, y sirve como guía para la toma de decisiones estratégicas en los demás campos de actuación.
Pensemos que, en un plan de comunicación, está plasmada la esencia del negocio, el alma, y todo lo que se planifica se enfoca en pro de mantener viva esa identidad y hacer que esta potencie su engagement a través de la imagen de marca y la reputación.
Toda empresa necesita, por lo tanto, diseñar un plan estratégico a largo plazo, dejando claro el motivo para alcanzarlo (que puede ser, por ejemplo, el futuro económico de la familia) y un plan de acción que evite seguir con la dinámica de reaccionar improvisando, para mostrarse al mundo de forma coherente y transmitiendo valor y confianza en su producto y/o servicio.
Como sabemos, una de las características de un buen empresario/a es la planificación del futuro, teniendo en cuenta los diferentes escenarios alternativos de hechos externos que determinan las amenazas y oportunidades del futuro del negocio, los objetivos y planes de acción correspondientes en función de las propias fortalezas y debilidades en relación a la competencia, y los oportunos planes de contingencia.
A medida que la empresa crece, hay más personas que han de tomar decisiones, aunque sean operativas.
Tener un plan estratégico de comunicación sirve de guía para la toma de estas decisiones, llevando a reflexionarlas y unificarlas.
La participación de la empresa en este plan de comunicación es, por lo tanto, imprescindible.
A pesar de ser un servicio que es interesante externalizar, porque así se obtienen puntos de vista más objetivos y un análisis de la realidad más fiable, el trabajo conjunto entre el/la consultor/a extern@ y la empresa aumenta el grado de implicación de esta, y permite tener en cuenta todos los puntos de vista e intereses.
Un plan de comunicación ayuda a mejorar no solo la rentabilidad del negocio, sino su calidad de vida y su imagen pública.
Pero eso sí, el plan estratégico de comunicación se elabora para llevarse a cabo, ser revisado y hacerle un seguimiento constante, ¡no lo olvidemos!
Silvia G Argente
CEO en Connect@
Experta en estrategia de comunicación 360º
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