El 29 de julio de 2020, ABC economía publicó, atendiendo a los datos facilitados por ADECO, que “Las ofertas de empleo bajaron una media del 70% en España en los dos meses posteriores a la declaración del estado de alarma como consecuencia del impacto del Covid-19 en la economía”
Y es que no podía ser de otra manera, cuando la incertidumbre es desbordante, el ser humano tienden a permanecer quieto como mecanismo de supervivencia.
Sin embargo, tal paralización no ha de durar más que el tiempo necesario para comprender qué está ocurriendo y dibujar posibles #soluciones atendiendo a los diferentes escenarios que podríamos encontrar.
Y aunque todavía el empleo no está recuperándose como nos gustaría, sí se va percibiendo cierta activación.
La pregunta que muchos y muchas se hacen es, ¿y ahora qué?¿Cómo van a evolucionar las nuevas necesidades de contratación frente a la implementación de la tecnología y automatización de procesos? ¿Cuáles serán las competencias más buscadas? Y, para quienes han decidido retomar estudios académicos, ¿qué rumbo profesional puede ser más interesante escoger?
Muchas personas se siente reacias a la #tecnología porque temen quedarse fuera de juego. Y con ello no me refiero a personas que ocupan puestos de operarios o realizan tareas fácilmente sustituibles por autómatas, no, me refiero a personas dedicadas a la gestión, con una carrera profesional orientada al mundo de la empresa. ¿Y a qué se debe? Es muy sencillo, temen quedarse atrás. Cuando se habla de “adaptarse o morir” se trata precisamente de eso, de tomar la decisión de mantener una actitud activa hacia el aprendizaje de las nuevas tecnologías, adaptarse a los nuevos canales de comunicación, conocer y usar las herramientas que permiten trabajar desde otra perspectiva, pero lo más importante, cambiar nuestra cultura del trabajo, porque precisamente esa, es la base. De nada nos sirve aprender a usar aplicaciones, sistemas o softwares de última generación si no hemos entendido que junto a ellos está implícito aprender a pensar de otra manera, en pocas palabras, es necesario querer desaprender para volver a aprender.
Con ello me refiero a que el teletrabajo, por ejemplo, no implica solamente trabajar desde casa y aprender a utilizar las herramientas que permiten que todo el personal esté bien comunicado, pueda coordinarse, tratar adecuadamente los flujos de información, salvaguardar la seguridad y confidencialidad de los datos, etc. sino que supone iniciar una transformación profunda que convierte al/la empleado/a en profesional. Este cambio de paradigma va a exigir reeducar a nuestras familias en el respeto del espacio profesional integrado al hogar, que las personas que lideran equipos desarrollen competencias que tal vez antes no creían necesarias o no se habían planteado, que la confianza y la responsabilidad se conviertan en muros maestros, que aprendamos a gestionar nuestro tiempo y a planificar mejor para que el estrés no acabe con nosotros, que más allá de trabajar para cumplir un horario entendamos que trabajamos para cumplir unos #objetivos, que más allá del salario está la satisfacción de #superarnos, y que dejamos atrás el concepto de trabajo entenido de foma tediosa para concebirlo como un elemento que le da sentido a nuestras vidas y nos permite aprender y mejorar cada día.
Por otro lado, las estructuras jerarquizadas se van a ver envueltas de cambios dimensionales importantes que van a influir incluso en su #modelo de negocio y, al mismo tiempo, l@s candidat@s también van a tener que cambiar sus prioridades frente a lo que buscan y quieren obtener encontrando un puesto de trabajo.
Todo cambia…porque el #cambio es lo único permanenete.
Y es que este escenario también supone, para l@s reclutadores/as, una transformación a la hora de desarrollar #recruitment y #procesos de selección Nos encontramos en un momento de transición en el que jugamos, además, un papel crucial, porque estamos en medio, ayudando a empresas y a candidat@s a afrontar esta #metamorfosis. Desde luego, no es tarea fácil, pero sí es un reto muy #emocionante.
Silvia Garcia Argente