La transformación digital es un proceso que supone la integración de la tecnología digital en todas las áreas de la empresa, generando cambios importantes en su manera de operar y ofrecer valor a sus clientes.
La crisis sanitaria producida por el Covid19 ha acelerado este proceso que, desde hace más de una década, está luchando por integrarse de forma global en nuestro día a día tanto profesional como personal, para actuar como un aliado facilitador del desarrollo y el crecimiento.
Sin embargo, las resistencias han sido muchas durante estos años y, aunque algunas empresas sí han entendido los beneficios de invertir en realizar este cambio de mentalidad, muchas otras han echo oídos sordos frente a lo que realmente significa iniciar el proceso de transformación digital, incorporando únicamente algunas tecnologías para tratar de optimizar su procesos de trabajo pero sin revisar y replantearse nada más, mientras continúan trabajando bajo un esquema que cada vez se ha ido quedando más y más obsoleto. Y es que el proceso de transformación digital no puede realizarse con éxito sin que previamente se haya producido un cambio de cultura, un cambio que va a suponer desaprender muchas cosas para volver a aprender muchas otras que invitan a redimensionar el mundo y realizar un cambio de perspectiva.
El proceso de transformación digital requiere de un examen previo y una actitud de reinvención y replanteamiento, si no de todas las áreas de trabajo al mismo tiempo, sí en cuanto a su cadena de suministro, operativa, canales de venta, habilidades y roles de los empleados, así como en la forma y los códigos que configuran el sistema de comunicación tanto interno, como externo.
La transformación digital ayuda a la organización a seguir el ritmo de las demandas emergentes del mercado, dotándola de mayor flexibilidad, lo que permite competir mejor en un entorno económico sujeto a cambios constantes.
Este continuo movimiento hace inevitable que surja la necesidad de iniciar este proceso de transformación desde el que salimos de un mundo definido por procesos, mucho más lento y rígido, para pasar a un mundo basado en datos, más ágil y flexible, que nos conduce a ver las cosas desde otra perspectiva.
La tecnología digital al convertir los procesos en datos permite que las organizaciones puedan ver su negocio a través de una lente diferente, pues de repente, los datos dejan claro que las personas y la experiencia del cliente importan.
La velocidad es la nueva moneda en los negocios. Las organizaciones deben ser rápidas a la hora de cumplir con las necesidades o expectativas de los clientes y empleados en un mercado competitivo. No hay atajos en la transformación digital para alcanzar esta velocidad, pero a medida que una organización se adentra cada vez más en un mundo automatizado, comprueba cómo todo se mueve cada vez más rápido, y esto es así porque surgen los datos y sus importantes asociaciones.
Los datos, por ejemplo, sobre cuándo, cómo, dónde y por qué se utilizan los productos brindan a los ingenieros, diseñadores y fabricantes información sobre cómo mejorar e innovar sus productos permitiendo crear productos desdados, en vez de crear productos y forzar la necesidad de consumirlos.
Además de potenciar la innovación, los datos nos ayudan a captar nuevas oportunidades y a predecir tendencias. A medida que el panorama empresarial se vuelve más competitivo, trabajar con recursos que aumenten la eficiencia y nos ayuden a optimizar el tiempo y el dinero, se vuelve imprescindible.
Silvia G. Argente – Mayo, 2020